¿Terapia… de qué?
Y es que acabamos de empezar y ya hemos llegado a una cuestión fundamental: ¿qué es una pareja?, ¿en qué consiste una relación de pareja?, ¿qué pueden esperar los miembros de la pareja uno del otro? ¿qué tipo de relación de pareja hemos construido?
Preguntas sencillas que encierran sentidos profundos e información básica para entender las dificultades de este club exclusivo que es la pareja.
Cuando nos encontramos entre el amor por alguien y un baile de dificultades relacionales del que no conseguimos escapar, no es fácil decidir dónde está la línea…
La línea entre ser flexible, hacer concesiones por el bien de la relación y renunciar a lo esencial de uno mismo.
La línea entre el sufrimiento derivado de heridas personales que se reactivan y el dolor asociado a los actos del otro.
La línea entre el yo y el nosotros.
La pareja es la relación que soporta más exigencias y que recibe menos cuidados.
Lo mínimo que solemos pedirle es ser un refugio donde desconectar y repararse del mundo exterior, donde encontrar complicidad, lealtad, calor, humor, amor… Ya sólo esto, necesita de unos buenos cuidados para que el refugio se mantenga acogedor con el paso del tiempo.
Si a esto le añadimos la misión que suelen asignarse la mayoría de las parejas de convertirse en los cimientos de una familia y acostumbrarse el turno de ser cuidadas después de que los pequeños y los grandes hayan sido atendidos, el trabajo acabado, el perro paseado, …
Así que bueno, que una relación de pareja se desgaste, entre en crisis, o sus miembros se enganchen en agotadores bucles de reproches (aun cuando sigue habiendo amor) … es comprensible.
Un terapeuta de pareja no es un juez ni un mediador. Aceptar esto forma parte del proceso; a menudo se llega a este espacio con la necesidad de escuchar una opinión “externa” que deshaga el empate entre los miembros de la pareja, una opinión aliada que muestre al fin al otro que no tenía razón. Mientras les ayuda a sobrellevar la frustración por no obtener el veredicto de un juez que les saque de dudas, un terapeuta de pareja acompaña
…hasta un lugar desde el que podamos observar en perspectiva ese refugio que la pareja construyó
…y hacia una colaboración respetuosa, tanto con las vulnerabilidades de la relación como con las de cada uno
Llegados a este punto, puede empezar a reforzarse o rediseñarse el refugio. El futuro puede mirarse con esperanza.
También hay veces, menos, en que este ambiente de cuidado y respeto permite a los miembros de la pareja pararse y aceptar que estar juntos ya no es lo que quieren. Cuidar la manera en que dejamos las relaciones es fundamental, por el impacto que tienen las heridas abiertas y cuestiones no resueltas en nuestras relaciones futuras.
Hay quien no quiere ir a terapia de pareja por miedo a que provoque la separación. Cuando esto acaba así es porque “las cartas” ya eran esas, el espacio de terapia sólo habrá ayudado a poner las condiciones necesarias para que esas cartas se pongan sobre la mesa y nos atrevamos juntos a mirarlas.
Cuando se inicia una terapia de pareja no puede saberse con seguridad cuál será el desenlace. Con sumo cuidado, velando por que el espacio siempre sea seguro y honesto, el terapeuta siempre acompaña, haciendo juntos camino al andar.
La pareja es un sobre, un continente, una segunda piel…
Florence Calicis:» Survivre aux couples en thérapie», en la revista Thérapie familiale
Comentarios recientes